miércoles, 29 de agosto de 2012

CANDELARIO (SALAMANCA)

En la Sierra de Béjar, en la provincia de Salamanca encontramos este típico pueblo de montaña.  

  
  
Con su singular arquitectura en sus calles y edificios nos lleva a la época en la que el pueblo basaba su principal medio de vida en la industria chacinera. 
En 1975 fue declarado Conjunto-Histórico- Artístico por el valor estético de su arquitectura y el entorno en el que se encuentra.
Arquitectura adaptada a la climatología y relieve de la zona.
 
 
Sus empinadas calles son recorridas por las “regaderas”, canalillos de agua recogida de la nieves de su sierra. 
 
 
En las viviendas se pueden observar anchos muros de piedra con grandes balcones de madera.
Creadas con una doble función como viviendas y como fabricas.
A la entrada de la vivienda la célebre Batipuerta, tan singular de este pueblo y que anteceden a la puerta real de cada casa.
Sobre su origen  encontramos diferentes teorías, hay quien dice que su función al ser un pueblo de montaña era evitar la entrada de la nieve a las casas. 
O bien que al ser un pueblo chacinero las batipuertas permitían la entrada de la luz a las casas para poder trabajar  pero no  la de los animales a la caza de las viandas que allí se elaboraban.  
Son casas de tres alturas  en las que podemos ver en la planta baja más marcado el carácter  industrial son mas  macizas y  con pocos huecos al exterior. 
En ella se encuentra el zaguán y el picadero (amplias salas empedradas con losas de granito en las que se confeccionaba el embutido). A veces hay también un patio trasero.

La  primera planta estaba destinada a vivienda. Tiene las habitaciones, frecuentemente con pequeñas alcobas, y la cocina.

En la segunda planta, el desván, en donde se almacenaba y secaba el embutido.
 Es diáfano y contiene numerosas ventanas pequeñas dispuestas a diferentes alturas y de forma aparentemente aleatoria. 
 
Éstas permitían lograr la corriente adecuada para orear la matanza. Al exterior aparece una gran balconada corrida (la solana) que queda cubierta con los aleros del tejado.
La villa llego a tener 103 fabricas de embutidos, de su gran opulencia salió el dicho “atar los perros con longaniza”. Dicen que en casa del Tío Rico una de sus obreras cansada ya de las molestias que le originaba uno de los perros decidió atarlo usando para ello una ristra de longanizas. 
Uno de los chiquillos del pueblo que pasaba por allí lo vio y le falto tiempo para dar la noticia gritando "En casa del Tío Rico atan a los perros con longaniza".
Si después de pasear por el pueblo y degustar en cualquiera de sus restaurantes o tabernas las delicias chacineras que la tierra ofrece quieres adentrarte en los bosques que la rodean te aconsejamos que te acerques hasta la Cascada de la Mangadilla, lugar enclavado en un entorno mágico y por pocos conocido. 
 
Debes dirigirte hasta el camping de la localidad, allí en dirección oeste hay un camino que en sus principios es ancho y de tierra y a unos 850 metros se convierte en vereda, pasando junto a un establo y sin dejar la vereda llegaras a la cascada.
 Cuando más agua lleva es en invierno y principio de la primavera, luego su caudal debido al riego de los  pastos en las cotas más altas baja bastante. 
Las fotos que acompañan este blog están echas en agosto por ello la cascada no lleva prácticamente agua, aun así el entorno no dejo de asombrarnos.
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3 comentarios:

  1. Que guapo el sitio, a mi es que Salamanca me encanta y este pueblo aunque no lo conocía me ha gustado mucho sobre todo por como cuentas su historia y detalles, Gracias Achy, buen trabajo..

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  2. Muy acogedor y bonito, en verano ya se ve bonito pues imagino como será en invierno.

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  3. La ruta a la catarata aunque se me hizo corta me encanto, en épocas de lluvia debe ser muy bonita, sin agua ya lo era.

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